En toda clase de inversiones, la clave para el éxito no solo radica en la elección de la propiedad adecuada, sino también en la capacidad de realizar un análisis financiero detallado. Cuando nos sumergimos en el terreno de las inversiones, la primera pregunta crucial es el propósito: ¿es una inversión que busca seguridad, estabilidad o rentabilidad como principal objetivo? Me enfocare en el último escenario, donde la rentabilidad se convierte en el faro que guía nuestras decisiones financieras.
A la hora de buscar rentabilidad, la comparación es inevitable, pero no de forma simplista, es esencial seleccionar un punto de referencia con riesgo extremadamente bajo, ya que las inversiones inmobiliarias bien ejecutadas poseen un riesgo notablemente bajo en comparación con muchas otras opciones. Sin embargo, la comparativa no debe limitarse solo a la tasa de rendimiento, es imperativo considerar los costos asociados y los impuestos que gravan tanto la inversión inmobiliaria como la alternativa de menor riesgo.
En el ámbito inmobiliario, los costos iniciales son notables: escrituración, traslado de dominio, derechos de registro, avalúos y honorarios de notario, sin embargo estos gastos, aunque sustanciales, son el precio de entrada a un juego donde el rendimiento a largo plazo puede ser significativo. Aquí es donde la perspectiva temporal juega un papel crucial.
La rentabilidad de una inversión inmobiliaria no solo se mide en términos de rendimiento anual, sino en la apreciación continua del valor de la propiedad. La plusvalía, ese aumento del valor con el tiempo, se convierte en un factor clave al comparar tasas de rendimiento. Este incremento en el valor, cuando se agrega a la rentabilidad anual, proporciona una visión más completa y precisa.
La certeza frente a la devaluación y en comparación con la inflación es otra dimensión crítica. Mientras que otras formas de inversión pueden ser vulnerables a la depreciación en el valor del dinero, la inversión inmobiliaria históricamente ha demostrado ser un refugio sólido contra estas amenazas. La propiedad, al ser un activo tangible, tiende a mantener su valor y, a menudo, supera el crecimiento de la inflación.
Al evaluar la tasa de rendimiento obtenida, es fundamental restarle el impacto de la inflación para determinar la tasa real. Esta cifra revela cuánto poder adquisitivo podemos mantener de nuestro rendimiento sin ver disminuido nuestro capital en relación con el aumento general de los precios. Es una métrica realista que ilustra el verdadero valor de la inversión a lo largo del tiempo.
En cuanto a la liquidez que proporciona, hay que tomar en cuenta que un inmueble puede servir de garantia para obtener un credito, mensiono esto porque a veces es una de las principales objeciones o temores de quien prefiere instrumentos financieros respecto de inmuebles; adicional al tema de rentas que mucha veces ayuda a pagar el mismo credito.
Es necesario considerar la estabilidad del mercado inmobiliario ya que cualquier propiedad finalmente tambien esta sujeta a cambios económicos y fluctuaciones del mercado, requiere una comprensión profunda y una estrategia de inversión sólida. La diversificación, aunque a menudo subestimada, puede ser una herramienta valiosa para mitigar riesgos y aumentar la estabilidad de la cartera inmobiliaria.
En conclusión, realizar inversiones inmobiliarias con éxito va más allá de simplemente comprar y vender propiedades. Implica un análisis financiero meticuloso que va desde la comparación contra opciones de bajo riesgo hasta la consideración de los costos, impuestos, plusvalía y el impacto de la inflación. La inversión inmobiliaria bien calculada se presenta como una estrategia sólida para preservar el capital y lograr rendimientos significativos a lo largo del tiempo. Al hacer bien las cuentas, no solo estamos invirtiendo en propiedades, sino en la construcción de un futuro financiero estable y próspero.
Orlando Vega Avendaño.
Comments