En busca de un nuevo enfoque, la inversión social puede convertirse en el motor de un compromiso más significativo y sostenible con causas benéficas.
Hace algunas semanas, fui invitado por Edgar, nuestro gerente de ventas, a visitar una institución de asistencia privada llamada "Corazones Mágicos". Aunque al principio no estaba seguro de por qué, Edgar insistió en la importancia de la responsabilidad social que deben tener las empresas. Fui, y allí nos recibió una persona excepcional, Fernanda Laso.
Esta maravillosa institución se dedica a apoyar a niños y personas que han sufrido abuso sexual infantil. Ofrecen cursos de prevención, capacitaciones y promueven políticas públicas. Sin embargo, su enfoque principal es la rehabilitación de quienes han sufrido estos abusos. Es más que una rehabilitación; es una reconstrucción que llevan a cabo a través de terapias psicológicas y apoyo jurídico proporcionado por expertos en la materia.
Fue una experiencia impactante escuchar los casos, conocer el proceso de cada uno y la estructura para abordar cada etapa. Al mismo tiempo, fue esperanzador conocer los casos de éxito y escuchar los testimonios de niños y niñas que habían enfrentado experiencias terribles y traumáticas. Estos testimonios son difíciles de escuchar, y a menudo nos cuesta aceptar que exista tanta crueldad en el mundo. Personalmente, estas visitas me resultan desafiantes, pero salí encantado de conocer a Fernanda y de saber que existen personas que dedican sus vidas al servicio de causas tan importantes como esta. No quiero menospreciar a otras organizaciones, muchas de las cuales hacen un trabajo igualmente valioso, pero esta es la que visité y la que me hizo reflexionar profundamente.
Durante mi visita, le hice varias preguntas a Fernanda, y la más importante era: "¿Cómo podemos apoyar?" Su respuesta fue clara y concisa: "Apoyo económico". Su argumento era sólido, ya que la estructura de su organización es similar a la de cualquier institución de salud. Cuentan con psicólogos expertos, consultorios, materiales para las consultas y un abogado de planta, además de personal administrativo y de apoyo. Todos estos elementos tienen costos, y la única persona que no recibe ninguna remuneración es Fernanda y algún voluntario excepcional. Encontrar voluntarios con la preparación profesional necesaria es un desafío adicional. Fue entonces cuando comencé a reflexionar sobre lo que las empresas pueden hacer y cómo pueden justificar las donaciones.
Desde una perspectiva moral, la caridad o la limosna (aclaro que, aunque estas palabras tienen un significado humano profundo, en nuestra conceptualización moderna a menudo se perciben de manera negativa) suele ser una acción discreta, y es incluso mal vista mencionarla. Sin embargo, desde el punto de vista empresarial, las donaciones son comunes y no se ocultan; de hecho, a menudo se enorgullece a las empresas de hacerlas. Sin embargo, para una empresa cuyo único objetivo es la generación de valor para sus accionistas y resulta difícil justificar una donación de manera simplista.
Aquí es donde entra en juego mi reflexión sobre cómo abordar esta cuestión con los accionistas. Las empresas no solo buscan ganancias, sino también la sostenibilidad a largo plazo de su negocio. Esto nos lleva a preocuparnos por nuestra reputación, la calidad de nuestros productos, la sostenibilidad y la durabilidad a lo largo del tiempo. Además, debemos considerar a las comunidades en las que operamos, ya sea donde están ubicadas nuestras fábricas o donde vendemos nuestros productos o servicios.
Aquí es donde encaja la idea de la economía circular, en la que creo firmemente. También deberíamos considerar la participación en proyectos esenciales para sanar, reparar y ayudar a reconstruir nuestro tejido social, que, desafortunadamente, se encuentra dañado en gran parte del mundo. Esto no solo nos beneficiará a largo plazo, sino que también tendrá un impacto positivo en el corto y mediano plazo. Las personas que recuperan su salud mental o física pueden contribuir al trabajo y al progreso de nuestras comunidades. En este contexto, no debemos ver lo que hacemos como caridad, sino como una inversión en proyectos de impacto social.
Es cierto que algunas empresas pueden ser responsables de ciertos problemas sociales, pero en su mayoría, las empresas se benefician de los resultados positivos de estos proyectos. Esto tiene un impacto económico y social que debería interesarnos. Así como promovemos y patrocinamos el deporte, debemos promover y participar en proyectos sociales similares. Deberíamos seleccionar causas respaldadas por la transparencia, el profesionalismo y personas que trabajen dignamente en ellas. Estas personas deben recibir remuneración económica, ya que esto es esencial para su sostenibilidad. Además, las empresas deben comunicar abiertamente sus colaboraciones y participaciones en estos proyectos. Esto no solo es una forma sostenible y digna de crear sinergias, sino también de construir una identidad y vínculos sólidos con clientes y accionistas.
Y para aquellos que puedan pensar en los beneficios fiscales de las donaciones, quiero aclarar que no siempre es el caso. La deducción fiscal solo cubre la parte que se habría pagado en impuestos, lo que significa que la empresa realmente está gastando la diferencia. Esta diferencia podría utilizarse en otros fines o retirarse como dividendos, y el pago de impuestos no difiere significativamente en ambos casos. Por lo tanto, no se resta mérito a la acción al hacer una donación.
En resumen, la inversión en proyectos sociales no es solo una responsabilidad, sino una oportunidad estratégica para las empresas. Cambiar la perspectiva de la caridad a la inversión en proyectos de impacto social puede no solo mejorar la sociedad, sino también beneficiar a las empresas a corto, mediano y largo plazo; el involucrar a nuestros colaboradores y hacerlos parte creo que eleva la moral, el compromiso e incluso, ¿por qué no?, el orgullo de ser parte de una empresa que ayuda a crear un entorno social más estable y próspero.
Espero realmente que mas empresas y empresarios coincidan y sigan diversos llamados a la acción y consideren seriamente la inversión en proyectos sociales como parte de su responsabilidad y estrategia empresarial.
"La inversión en proyectos sociales no solo es un acto de responsabilidad, sino también una estrategia inteligente para construir un futuro sostenible donde las empresas prosperen junto con las comunidades a las que sirven."
Orlando Vega Avendaño.
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